Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

carrera atraviesa la siguiente en forma vertical. La espuma que sale de su hocico
queda suspendida en el aire, indicando la velocidad a la que corre el animal. En el
fondo, una mujer se oculta tras unas vallas de madera, mientras otra, caída en el barro
durante la huida, ataja con sus brazos el paso enfurecido del toro. Los rostros de
ambas reflejan el horror y la impotencia ante el arremetimiento “sin límites” del animal.
En la viñeta quince, una imagen en perspectiva con un punto de fuga central
muestra cierta simetría: los rostros desencajados de dos gauchos de frente limitan los
extremos del rectángulo, mientras que en un segundo plano, otros dos gauchos
cabalgan hacia el horizonte, tras el toro. Esta forma de organizar las figuras produce
una sensación de equilibrio o distensión después del clímax al que se llega con el
degollamiento del joven/niño y antes del episodio del gringo, narrado en las tres
viñetas siguientes.
La imagen del gringo parece la de un irrealis (transición) Su figura está
estereotipada: de porte y perfil inglés, vestido a la usanza europea, enfundado en sus
botas de montar, se desplaza sobre un caballo que parece estar desfilando. No
advierte la llegada del toro, dibujado de tamaño desproporcionado y sin ninguna
intención por conservar la perspectiva. Este estereotipo acentúa el quiebre del relato,
se rompe así el sistema que estaba establecido desde un principio. Se producen dos
contrastes: por una parte, la pulcritud del gringo contrasta con el negro del barro, que
en esta viñeta aparece destacado; por otra, la furia y velocidad con las que el toro
arremete se contraponen a la serenidad y al trotecito lento del caballo del gringo. Se
van a encontrar dos mundos diferentes, hecho que se produce en el recuadro
diecisiete. En él, Sanyú vuelve a usar el recurso del recuadro que permite recortar un
plano detalle posterior y destacarlo, encima de otro plano más general y anterior, a la
manera de una secuencia En el plano general, el perfil de la cabeza del toro -como en
la viñeta catorce pero en un primerísimo primer plano- ocupa casi todo el recuadro.
Detrás, en una imagen de gran dinamismo, el caballo del gringo, parado en sus dos
patas traseras, hace tambalear el cuerpo del jinete hacia atrás. Las consecuencias del
hecho pueden verse en el recuadro: el rostro del gringo va aproximándose al barro en
la caída. Finalmente, en la viñeta siguiente, el gringo se encuentra “en cuatro patas” en
el barro, su pulcritud ya no existe, el barro ocupa toda la base de la viñeta. La caída del
irrealis en el mundo real produce desajustes: cuando el gringo cae al barro se
transforma, adopta visos del mundo real en el que ha caído. De los caballos de los
gauchos que se burlan de él, sólo se percibe una maraña de patas que rodean al
extranjero. Los jinetes están fuera de cuadro, pero se perciben sus voces socarronas
contra la nueva víctima del toro.
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