Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

Lo que las cuatro antologías demuestran al ser leídas en modo conjunto es sobre
todo la evolución en el proceso de canonización de las obras y autores de la llamada
“poesía de los sesenta”. El primer gesto visible es el de Alfredo Andrés, quien fue a la
vez contemporáneo y poeta del movimiento que estaba contribuyendo a visibilizar
como tal, datos que explican también la inclusión de esa vasta cantidad de autores,
muchos de los cuales no volverían a aparecer en las selecciones posteriores -
selecciones que, claro está, se verían favorecidas por la distancia temporal, gran
aliada de las antologías y los corpus de estudio en general-; Salas, también poeta de
los sesenta, que a mediados de los setenta ya habla sin tapujos de una generación y
prácticamente no cree necesario defender su selección, que por otra parte se ha
achicado bastante respecto de la de su antecesor y compañero; Ramón Plaza, poeta
de los sesenta que prologa en 1990 la selección de Rubén Chihade en la que ve una
oportunidad de devolverle a su generación silenciada el lugar que le ha sido
arrebatado ante el público no especializado, sobre todo, por lo cual la antología,
emulando a aquella primera de 1969, ofrece listas de autores y revistas de la época y
noticias biográficas de cada autor antologado; y por último Jorge Monteleone quien
elige incluir en su vasta antología -que es también una historia de la poesía argentina-
a los poetas más acá de esa marca generacional: si el gesto previo era fundar,
afianzar, rectificar y hacer visible, el gesto ahora es releer, abrir, cuestionar ese canon
que las antologías previas habían contribuido a fundar y hacerlo no en el plano de la
lista de autores meramente sino en el terreno de los criterios de selección y las
propuestas de lectura que dichos criterios favorecen.
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