Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

a la lengua que le es contemporánea, estableciendo así un confuso “doble carril de
comunicación” en palabras de Della Valle [2002:65].
Le siguen a ésta algunas obras que retoman la tradición de las Summas de la
escolástica medieval como la ambiciosa “Fabrica del mondo” en 1548 dividida en diez
partes, entre ellas: dios, cielo, hombre, cualidad, cantidad, infierno. Se suman al
desconcierto general de estos intentos, la imprecisión de las definiciones y algunos
vacíos que solían resolverse o bien apelando a la notoriedad del objeto en lugar de
definirlo, por ejemplo: barca: de madera, marítima nota. fuego: elemento notísimo [
barca: legno marittimo noto. foco: elemento notìssimo] o bien comentando como lo
hace Ruscelli en su Rimario de todas las voces de la lengua italiana [ Rimario de tutte
le voci della lingua italiana] de 1559: "covacha: covacha dice acovachadamente Dante,
en lugar de decir lugar de perdición y ruina. Esta es una palabra que hubiera hecho
mejor en dejar en el fondo de aquel infierno donde él se imaginaba o fingía estar
cuando la escribió [ biscazza, disse biscazzevolmente Dante, invece di Disperde et
rovina, Voci da lasciarsi nel fondo di quell'Inferno, ov' egli s'imaginava, o finfeva di
essere quando la scrisse]".
Baste esto último como ejemplo del tono que podían llegar a adoptar las
definiciones. Tenemos entonces una combinación de registros, géneros y funciones
de las obras anteriores a la Crusca. Lo que cambia con ésta es, claro está, que es una
obra colectiva de una academia que había decidido dedicarse por entero a la
regulación de la lengua. Así, está marcada por la impronta de años de búsqueda de un
método regular de registro y definición y sobre todo de una teoría de la lengua y una
base gramática consensuada.
El recorrido que sigue pone en foco estas búsquedas y en este sentido el arco
temporal elegido para el análisis amplía sus límites: consideraremos los fragmentos del
Diario Público de la academia que registran el momento mismo en que se proyecta la
obra, es decir, la ontología de aquellas palabras bellas significantes y de nuestro uso
que aparecen en el prólogo de 1612. Ahora bien ¿dónde marcar el límite inicial,
cuándo se puede decir que la elaboración del diccionario deviene un objeto de interés
para los académicos? La elección casi inevitable es comenzar con la primera
referencia a la voluntad de componerlo. Así lo ha hecho Severina Parodi quien, bajo el
título “Como nace la idea”[Come nacque l’idea]” [1983: 22], propone un momento en
particular del inicio de la labor lexicográfica. Antes, una breve digresión es necesaria
para entender en qué circunstancias fueron elaborados estos documentos.
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