Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

dinámico, en constitución, donde lo irresuelto es fijado, pero no clausurado, por la
escritura.
El primer debate escenificado en el Tratado expone dos imaginarios en tensión: el
de los Estados- nación y el de las identidades particulares y plurales. El preámbulo del
tratado sostiene que las naciones firmantes constituyen la UNASUR “apoyadas en la
historia compartida y solidaria de nuestras naciones, multiétnicas, plurilingües y
multiculturales”. Por un lado, la formulación “historia compartida y solidaria de nuestras
naciones” retoma los procesos de constitución de los Estados- nación
latinoamericanos: la nación no precede al Estado sino que este se ocupa de crearla a
través de historias, mitos y memorias, pero también de violencia y mecanismos de
asimilación impuestos. La homogeneidad de valores orientada por el ideal ilustrado de
civilización universal se construyó destruyendo comunidades locales y lealtades
regionales. Sin embargo, la dimensión conflictiva de los enfrentamientos al interior de
cada una de las naciones aparece mitigada en el documento por la presencia del
significado “solidaria” que adjetiva la historia compartida y presenta una versión más o
menos armónica de la fundación de las naciones del continente a partir de la
desarticulación del imperio español. También “la historia compartida y solidaria” puede
referirse al conjunto de las naciones suramericanas y no solo a cada estado-nación en
particular. Esto apoyaría la orientación del tratado destinada a conformar una unión
política para lo cual la historia compartida y solidaria es un componente del imaginario
nacional que el tratado convoca, lo mismo que el olvido de disputas y enfrentamientos
armados. Por otro lado, la calificación de las naciones como “multiétnicas, plurilingües
y multiculturales” evoca un imaginario que va más allá de los estados- nación
concebidos en torno a una comunidad homogénea y cohesiva poniendo en el centro
de la escena los conflictos identitarios. El fragmento presenta la superposición de dos
temporalidades en tensión, la moderna, definida por el imaginario “un estado, una
nación, una lengua” y la postmoderna, que apela a un sintagma recurrente y
“políticamente correcto”, anclada en el reconocimiento de la pluralidad cultural, étnica y
lingüística de América Latina y las políticas de la identidad que evocan la historia de
violencia, exclusión y explotación de las comunidades indígenas y de origen africano
en la región.
A continuación la subordinada “que han luchado por la emancipación y la unidad
suramericana” referida a “nuestras naciones” escenifica otra polémica en el proceso de
integración del sur. Mientras el significado “luchas de emancipación” se liga
inmediatamente a Hispanoamérica como delimitación política cultural, el agregado
“unión suramericana” introduce la dimensión geográfica que integra a los países no
660