Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

Conclusión
Como hemos visto, la ficción literaria reproduce la estructura del doble, que resulta
ser un patrón antropológico integral del ser humano, en el interjuego que le es
constitutivo entre significados manifiesto y latente. Esa estructura, en la que se cimenta
el proceso creativo, hace de la literatura un espacio de utópica completud para el ser
humano, en tanto, en palabras de Gadamer, la condición de “éxtasis” que conlleva
permite a uno ser simultáneamente uno mismo y aparte de uno mismo; es decir “de
ser completo con algo más”. En otras palabras, puede decirse que la función de la
ficción literaria –aquello que la vuelve imprescindible y omnipresente a través del
tiempo- es que opera una extensión de la existencia humana.
El carácter polisémico (enraizado en la estructura del doble sentido) y
epistemológico de la ficciòn literaria (que se liga a la modificación que se opera sobre
la conciencia de uno mismo y el consecuente impulso hacia la aprehensión de la
totalidad) determinan el modo de leer literatura.
Este se distingue por la interacción entre el texto y la imaginación del lector, y por la
oscilación de éste entre plurisemia e ilusión, en el proceso de construcción de una
interpretación que vuelva asequible una experiencia/un mundo/ un uno mismo
desconocidos.
Sostenemos que estas características de la lectura de ficción literaria hacen de esta
última un discurso especialmente productivo para suscitar la toma de una postura
personal por parte del lector. Esa postura es, en parte, el impulso profundamente
humano que consiste en dotar de sentido a las experiencias desconocidas, reduciendo
sus múltiples interpretaciones a una en la que la ilusión posibilite una configuración
coherente. Y es, a la vez, una elección que pone en juego creencias, saberes, deseos
no necesariamente conocidos del lector que se revelan en su interacción con el texto;
es decir, la extensión de la experiencia/existencia de uno mismo en dicha interacción.
La literatura involucra al sujeto lector, lo compele a tomar postura, porque sin esa
toma de postura -que implica reducir la plurisemia y plegarse a una de las ilusiones
suscitadas por el texto- no es posible dotar de sentido a la experiencia leída. Desde
esta perspectiva podemos decir que la orientación argumentativa es inherente a la
lectura de literatura, en tanto es la posibilidad de aprehender lo extraño y ajeno del
mundo y de uno mismo.
En este último sentido, Toulmin (1984), al referirse al campo de la estética y dentro
de este de la literatura, afirma que las conclusiones que presenta una obra de arte no
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