Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

etapa que denominé “de fundación de la memoria revolucionaria” y que comprende los
años 1959-1962.
En virtud del modelo que nos proporciona la Teoría de la Enunciación, el enunciador
se construye como sujeto a partir de una toma de posición frente al mundo y frente a
su enunciatario. Se construye un "simulacro de representación” que va produciendo la
imagen de quien dice, en un complejo proceso de significación en el cual enunciado y
enunciación están en una relación de reciprocidad: el propio enunciado modela la
enunciación y lo que se dice va dando lugar al sujeto que dice.
Reconocemos también, que según Maingueneau (2002) “el ethos efectivo, el que
construye tal o cual destinatario resulta de la interacción de diversas instancias cuyos
pesos respectivos varían según los géneros del discurso”. Esas instancias, según el
autor se componen por un ethos pre-discursivo, un ethos discursivo o mostrado y por
fragmentos del texto donde el enunciador evoca su propia enunciación, un ethos dicho.
Antes de abordar estas instancias, vamos a resaltar una particularidad de la
enunciación castrista dada por la fusión que se produce a nivel enunciativo entre los
dos sujetos más trascendentes de la revolución: su líder y la revolución misma, con
esto queremos decir que en diferentes oportunidades, según las circunstancias de
enunciación, se produce una “delegación de posiciones enunciativas” entre ambos
actores, alternando la responsabilidad política y los atributos morales adjudicados a
cada uno. La “revolución” en consecuencia está afectada por una personificación: “La
Revolución sabe lo que está haciendo”, La Revolución no tiene miedo” y por otro lado
se alterna esta posición, al asumir el Yo enunciador predicaciones similares: “Tengo mi
opinión hecha sobre estos problemas” o “Tengo la seguridad de saber cómo se deben
resolver”. Ambas apariciones ocurren en el mismo discurso y funden, en una relación
recíproca pero alterna a ambos sujetos del discurso.
Para tratar la primera de las instancias referidas a la construcción del ethos, es
decir, lo pre-discursivo, necesitamos remitirnos, en primer lugar, a la legitimidad del
enunciador. “La legitimidad es el atributo que una parte relevante de la población
políticamente activa le reconoce al sistema político mediante un cierto grado de
consenso acerca de las reglas constitutivas del sistema y de su capacidad para
satisfacer las expectativas, representar los intereses y realizar su propuesta de
sociedad. En la evolución del sistema político cubano las formas de comportamiento
político han mostrado una fuerte legitimidad sustentada en un consenso activo y
mayoritario de la población. No obstante, ese consenso ha mostrado diferencias en
cada momento acorde con las condiciones enfrentadas por el sistema y ha tendido a
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