Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

apasionado más de una vez. Evidentemente, como docente de lengua y literatura,
estaba decidiendo sobre cómo empezar a escribir un recorrido: a partir de un texto
literario que previamente, como lectora, me había invitado a andar. Yo elegía compartir
mi gusto literario e invitaba a escuchar la palabra literaria.
¿Importa que un texto, del cual como docentes-lectores nos hemos apropiado, no
figure en prescripciones oficiales o planificaciones anteriores del curso al que hemos
llegado? “¿Lo puedo dar igual?”.
En este sentido recuperamos el concepto “Imaginación didáctica” (Sardi, 2005) que
en su definición de dispositivo didáctico invita a que pensemos y hagamos la
enseñanza en las aulas de una manera propia y artesanal.
Supongo que desde aquí se me hizo también evidente mi recurrencia a citar a
Mallarmé antes de presentar el texto literario: “la literatura no se hace con ideas, se
hace con palabras”. Allí estaban las palabras de uno de mis primeros profesores en la
facultad, aquellas que algo nuevo me habían dicho frente a mis concepciones
románticas de que la literatura se hacía con grandes ideas y con gran inspiración. Las
palabras del poeta se despertaban para presentar y empezar a pensar “lo literario”
como artesanía del oficio de escribir, oficio del escritor que se pone a trabajar con la
lengua, con sus formas, con las palabras. Palabras-sustantivos, palabras- verbos que
van siendo encontrados a partir del sentido que la escritura personal va exigiendo, y no
a partir de etiquetas clasificatorias aisladas que sólo producen loros escribientes:
“concreto/ singular” “abstracto”; “yo amo/ yo temo/yo parto”.
La cita de Mallarmé evidentemente hacía su aparición, porque en ese primer
diálogo era frecuente comprobar que como yo alguna vez, la mayoría de los alumnos
conservaba esa representación de la escritura: vehículo de ideas pre-concebidas, don
natural de unos pocos.
Entonces ante algunos rostros de desconcierto o duda era hora de empezar a
trabajar. Los invitaba a que cada uno dijera en voz alta una palabra cualquiera, previo
aviso de que iríamos anotándolas- incluida yo- en una especie de lista. Todos eran
capaces de decir una palabra, claro. Y aún los más tímidos podían abrir su voz y
presentarse a través de ella. Algunos se resistían con expresiones de fastidio ante el
trabajo. Pero lo concreto es que nadie quedaba afuera del juego. Mientras, quedaba el
suspenso de qué haríamos con esas palabras.
Los alumnos de 5°2° del legendario “Normal 1” de La Plata se entusiasmaron:
“Jarra”, “vibración”, “beldent”, “estudio”,” música”, “amigos”, “noviazgo”, “vacaciones”,
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