Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

de una “ética de la convicción” como un componente estable de la matriz discursiva
castrista.
El período analizado (1959-1962) nos permite ver cómo la Revolución es captada
desde un punto de vista electivo, que la reenvía a un lugar de ‘saber’ que
sintetizamos como “lugar del maestro”, en clara referencia a una moral cristiana que le
otorga una dimensión trascendental en detrimento de una categorización socio-política
de la Revolución que estrecharía su horizonte de expectativa:
“La Revolución nos ha enseñado a todos, a adultos y a niños, al campesino, al
trabajador, al estudiante, al soldado, no sólo lo disciplinó… ¡no! La Revolución además
ha despertado las conciencias, ha enseñado a ver y, sobre todo a ver las grandes
injusticias y ver las grandes mentiras. La Revolución ha sido como una luz que se
enciende en medio de la noche…La Revolución nos ha enseñado a comprendernos unos
a otros, a querernos unos a otros…”
La moral cristiana actúa como la base de categorización de la Revolución y a su
vez vehiculiza el tópico de la “orfandad”, uno de los tópicos más preganantes de la
matriz discursiva castrista. También involucre temas afines como la “redención” y el
“sacrificio”, “la solidaridad” y “el amor” que se presentan actualizados por el enunciador
político y suministran un marco de representación del mundo. Hablar de “orfandad”
como tópico negativo, implica reconocer su equivalente positivo: la figura del “padre”.
Padre, que desde una visión cosmogónica, da la vida y ante la precariedad de la
condición humana impone el sentido de la obediencia lo que a su vez implica otorgar
el poder al otro, para, de esta manera, resolver o conjurar el sentimiento de desamparo
original.
La idea de “redención” implica ligar la misión de Cristo en la Tierra con la misión
atribuida a la revolución y a su líder máximo:
“La Revolución, sobre todo, vale por lo que significa de
esperanza para los que nunca tuvieron esperanza; por lo
que significa de atención y de recuerdo para los que siem-
pre fueron olvidados, por lo que significa para el hombre
que lo ha redimido…”(Santiago de Cuba, 30-11-59)
Esta cita evoca la voz de las Buenaventuranzas de Cristo enseñadas a sus
discípulos, como la que podemos leer en Mateo, 5: “Buenaventura de los pobres, de
los que lloran, de los que tienen hambre y sed, de los que padecen persecución e
injusticia, porque de ellos será el Reino de los Cielos”
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