Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

“beneficios” ha sido que estos “listados” que otorgan carne y hueso al borroso canon
sean materia de continua revisión, tachaduras, modificaciones y agregados. Salvo en
algunos establecimientos a cargo de directores conservadores a ultranza que cada
tanto aparecen en los diarios merced a algún exabrupto, en el área de la literatura los
profesores de las escuelas medias tienen una relativa libertad en torno a qué dar y qué
no dar, y sobre qué períodos, obras o escritores se va a trabajar. Nada tiene de raro
que muchos colegios, siguiendo el impulso de la buena conciencia ciudadana, hayan
visto en las aulas -de manera parcial o completa- la “Carta abierta a la Junta Militar” u
Operación Masacre de Rodolfo Walsh; que los profesores utilicen fuentes literarias
para ilustrar el lado negro de la conquista americana, el exterminio del indio, la
persecución del gaucho y del inmigrante; que otros profesores incluyan textos del
llamado “realismo social” para dar cuenta de la situación de amplios sectores sociales
a comienzos del siglo veinte (y después también) en el territorio de América latina, y
así siguiendo.
No parece la revisión de este canon de la lectura “enseñable”, que de hecho se da
de continuo, el punto central a discutir. Creemos que debería ser otro, que bien ha sido
alimentado y apuntalado por las corrientes de la teoría y la crítica literaria de las
últimas décadas. La referencia es hacia el proceso de lectura.
Éste sí es un punto central. Lo que el estudiante de la escuela media, a medida que
avanza en los años de cursada, debería ir aprendiendo cada vez con mayor fuerza y
precisión es que no hay un Martín Fierro sino muchos; que no hay un Facundo, una
Alfonsina Storni o un Julio Cortázar, sino que todos ellos son especies que se han ido
multiplicando al calor de las lecturas. Y si éste es el centro de la cuestión, es
precisamente porque a partir del momento en que esa pluralidad se logra volver
consciente el arte y la literatura sufren de inmediato la acción de desencantamiento
que posibilita una aprehensión comprensiva mucho más rica, compleja y valiosa. Si se
cita libremente el término clásico utilizado por Max Weber y Georg Lúkacs de
desencantamiento, es porque se busca subrayar el logro que encierra sacar a la
literatura del lugar de lo misterioso e inefable y anclarlo en el tiempo, el espacio y la
vida social concreta de los hombres.
Por supuesto que no se está hablando aquí de lecturas individuales, de una suerte
de relativismo romántico según el cual cada uno lee lo que quiere según los dictados
de su sensibilidad, sino que estamos hablando de lecturas sociales, que se
corresponden con estéticas, momentos históricos, clases y grupos sociales, ideologías.
En pocas palabras, sería deseable que los estudiantes aprendieran que toda lectura es
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