Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

Mamá 2008:41) como también debe respetarse su sentimiento. Blanco (2008a) afirma
que el interactuar con bebés requiere de un compromiso ético. La Convención
Internacional de los Derechos del Niño de 1989 no incluye el término bebé, pero el
concepto queda incluido en el Artículo 1 que sostiene que “se entiende por niño a todo
ser humano menor de 18 años de edad,…” y el Artículo 3 dice que “todas las medidas
respecto del niño deben estar basadas en la consideración del interés superior del
mismo.” Y ¿hasta cuándo una persona es un bebé? Consideramos bebé a la
persona que acaba de nacer hasta los dieciocho meses de vida, momento en el cual
esta personita logra gran desarrollo biológico: motriz, ya que puede desplazarse por sí
sólo; y sensorial, toma conciencia de todos sus sentidos y empieza a relacionarse con
su entorno, el mundo, a través de ellos.
La concepción de la literatura infantil no apareció hasta los años 60 con los
conceptos de Benjamin (1989). Antes la literatura sólo era concebida por adultos y
para adultos, y los primeros atisbos de literatura para niños fueron realizados según los
parámetros de comprensión y entendimiento de los adultos, y con fines absolutos de
formar y regular. Gianni Rodari (1987), pedagogo y autor italiano de cuentos para
niños, empezó a producir las imágenes de los niños y a recrear su realidad cerca del
juego y de la fantasía y condena los libros infantiles que son mandatos escolares,
escritos para transmitir una norma, porque esos libros no sirven para formar un lector.
En Francia, Jacqueline Held (1977) asevera que el desarrollo del pensamiento
fantástico es el inicio de las primeras formas de posible abstracción donde se hace uso
del lenguaje no como una herramienta de comunicación social, sino como lenguaje
fantástico, ligado a lo más profundo de la estructura síquica, a los sueños, a los
deseos. En Alemania, Michael Ende (1979) creó a Bastián, el niño que pudo ingresar
dentro del libro que leía en la maravillosa novela “La historia interminable” que fue
llevada al cine con el nombre “La historia sin fin”.
Por supuesto, el proceso militar argentino de 1976 a 1983 no dio lugar a este
movimiento que se estaba gestando en Europa (Carli, 2006) y no fue hasta la llegada
de la democracia que se pudo acceder a una obra significativa “El poder de leer”,
publicada en Francia y traducida posteriormente al español en Barcelona. Esta obra
tiene entre sus autores y compiladores a Jossette Jolibert (1999). En Argentina, fueron
precursores de este camino: Javier Villafañe, María Elena Walsh, Laura Devetach,
Elsa Bornemann y la misma Lidia Blanco (2001b) quien habla de “jugar en la
biblioteca”.
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