Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

parte de las particularidades “populares” o “rurales” (p. 72) en aras de la
homogeneización social y cultural propugnada como objetivo central de la educación
pública argentina: “Los regionalismos pueden quedar para el habla de la intimidad,
pero el niño debe saber cuál es el uso correcto” (p. 193). Es totalmente explícita la idea
de que debe corregirse la oralidad de los alumnos (“Cuidar la pronunciación...”,
“Imponer la pronunciación...”, “Corregir en el habla popular...”, “Establecer el uso...”),
es decir que las correcciones no se refieren a la lengua escrita.
En algunos casos, las recomendaciones resultan esperables: así, se aconseja
corregir formas como sientesen o sientensen, que se consideran (aún hoy) incorrectas
(recom. 17, p. 191). En otras recomendaciones se transparenta la conciencia de Vidal
de Battini sobre cambios que le parecen poco deseables pero que considera
irremediables: “La y rehilada, que ya no se puede corregir, constituye una
característica del español de Buenos Aires y su gran zona de influencia” (recom. 10, p.
190); “El voseo está incorporado al habla de los argentinos. Lo ha impuesto el uso. Ya
no es posible corregirlo” (recom. 15, p. 191). En otros casos, la perspectiva histórica
nos ayuda a comprender lo infructuoso de ciertas formas de corrección, puesto que los
fenómenos en cuestión constituyen, ya, parte del habla culta de todo el país. Así,
Battini opta por “Recomendar el uso de las formas de futuro en lugar de las
perifrásticas que son comunes” (recom. 27, p. 192) o por considerar que el llamado
“clítico caníbal” en se los di a ellos es un mero error o vacilación (recom. 18, p. 191).
Esas dos características que el español de la Argentina comparte con la mayor parte
de las variedades hispanoamericanas son, hoy, propias del habla culta. Otras
sugerencias se refieren a fenómenos que aún están en expansión y que,
previsiblemente, terminarán por imponerse aun en el habla culta, como la acentuación
aguda de las formas con clíticos (digalé, sientesé, recom. 12, p. 190) o la falta de
concordancia entre el clítico dativo y el correspondiente OI léxico (dale saludos a los
padres, recom. 18, p. 191)
Las 34 recomendaciones no cubren, tampoco, todos los fenómenos descriptos
previamente, sobre muchos de los cuales el estudio de Battini carece de
recomendaciones explícitas: no se dice, por ejemplo, qué debe hacer el maestro con
las locuciones de valor locativo, temporal, modal o cuantitativo (pp. 160-161) o con los
adverbios recién y nomás (pp. 183-185), cuyo uso está extendido en todas las clases
sociales (según resalta la propia Battini), o con el che, si bien en este último caso el
hecho de mencionar que “en el siglo XIX era común a la mejor sociedad porteña, como
lo atestigua Mármol en Amalia” (p. 164), es un argumento tácito en favor de su
aceptación.
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