Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

esidentes- alumnos: “¿qué pongo y qué dejo afuera del escrito? ¿Cómo hago para
que se entienda esto que quiero decir?”
Una práctica extraescolar habitual entre los jóvenes, tanto de los Institutos como de
Casa Flores, es la copia de poesías, aforismos, proverbios y fragmentos narrativos con
diferentes grados de adaptación a los destinatarios y generalmente, asumiendo la
escritura del texto como propia diciendo: “esto lo escribí yo” negándose a citar al autor.
En los lugares de encierro donde se encuentran los jóvenes en conflicto con la ley
penal, la práctica tiene un sentido muy concreto de comunicación mediante cartas con
sus padres, parejas, amigos, con sus afectos en el afuera. Algo que llama la atención
en esta escritura epistolar es el cuidado en la estética: elección del papel, letra, colores
y dibujos que acompañan el escrito. Las palabras extraídas de otros textos ponen voz
a sus pensamientos, sentimientos y emociones. Que se los acompañe en la lectura y
selección de los textos para un destinatario real, una actividad que les produce
profundo placer, los anima a vencer los obstáculos iniciales con los que se
encuentran.
Uno de estos obstáculos se ubica en la lectura. Al escoger libremente entre los
libros de la biblioteca, los alumnos se encuentran con la diversidad: estéticas que le
son familiares (ciertas poesías de amor, libros de autoayuda, best sellers) y también
otras que rechazan por desconocidas, con léxico, sintaxis y referencias culturales –
hechos históricos, lugares geográficos e idiosincrasias– que no les resultan familiares.
La siguiente escena de lectura resulta interesante para pensar esto:
En el Instituto Rocca Ana estuvo leyendo historias de terror con los alumnos. Cada
alumno eligió uno de los libros ofrecidos y comenzó a leer de manera silenciosa. Uno
de los chicos del grupo que más interesado estaba en la actividad se había encontrado
con La aldovranda en el mercado de Emma Wolf y había compartido con sus
compañeros un fragmento del texto, leyéndolo en voz alta. A la semana siguiente, otro
alumno que no había mostrado interés en los encuentros anteriores, pidió el texto que
su compañero había leído y lo siguió durante las dos horas de clase. El que tenía
mayor familiaridad con la lectura escogió esta segunda vez: Quien le tiene miedo a
Demetrio Latov y no pudo dejar de leer, se lo llevó a la celda para terminarlo. Cuando
lo devolvió comentó entusiasmado su lectura y le pidió: “¿tiene otro que tenga ese
lenguaje?”. Estos libros, de autoras argentinas, están escritos en la variedad del
español del Río de la Plata e incorporan registros familiares a nuestros lectores.
Con respecto a la escritura, la dificultad para algunos ya se presenta en el sólo acto
de copiar un texto, por eso cuando les proponemos una actividad que la implica nos
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