Libro de Actas del Congreso Regional de la Cátedra ... - UNGS

ecurren a un conjunto de fórmulas consagradas, deben atender muy cuidadosamente
el proceso que ha dado lugar al acuerdo y los umbrales que no pueden ser superados
por una u otra parte.
En este trabajo nos proponemos analizar algunos aspectos de la producción del
documento fundacional de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y
reconstruir los debates, negociaciones y consensos expuestos en la superficie
discursiva. Nos concentraremos en aquellas huellas discursivas que permitan relevar
relaciones interdiscursivas de sustentación, articulación, tensión y confrontación entre
diferentes memorias e imaginarios en la configuración de una nueva identidad
colectiva para la región. Debemos destacar que es un tratado “constitutivo”, como lo
señala el título, de una nueva entidad supranacional que aspira a consolidar
políticamente la región, por lo cual la discursividad política domina y lo económico le
está subordinado, a diferencia del tratado de 1991 que dio origen al MERCOSUR.
En la primera parte nos referiremos a las integraciones regionales en general y a
UNASUR en particular considerando sus antecedentes; luego nos detendremos en la
imposición del nombre como resultado de un proceso complejo donde intervienen
distintas memorias; en tercer lugar, analizaremos algunas tensiones que el texto deja
entrever como espacios de debates: homogeneidad / diversidad, memoria política/
espacio territorial, dimensión comercial / dimensión política, América del Sur / América
Latina y el Caribe; y cerraremos la exposición reflexionando acerca de cómo la
escritura impone un orden, resuelve transitoriamente los conflictos pero no los anula.
2-
La integración regional orientada al mercado como proceso promovido en el marco
de la globalización hegemónica, fuertemente jerarquizada y desigual, ha tendido a
someter a América Latina a los mandatos de los Estados Unidos, las corporaciones
transnacionales con base en ese país y las instituciones financieras internacionales. A
comienzos del siglo XXI, ante el resquebrajamiento del paradigma del Consenso de
Washington, los procesos de integración no hegemónica impulsados por los países de
la región buscan la estabilidad necesaria para enfrentar los desafíos de la era global y
del fundamentalismo neoliberal en torno a lo político y la constitución de una identidad
propia. El constante diálogo político al más alto nivel a través de cumbres, reuniones
extraordinarias y foros, da cuenta de la necesidad de elaborar consensos políticos que
apuntalen la unidad. Esto se origina en la necesidad de enfrentar externa e
internamente las asimetrías, diferencias y exclusiones generadas por la geografía
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