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I ASPECTOS GENERALES
1.1 Antecedentes
Los primeros esfuerzos de producción de biocombustibles se remontan a los primeros días
del automóvil. Sin embargo, éstos fueron rápidamente reemplazados por un petróleo barato,
el cual se mantuvo sin grandes competidores y con precios estables hasta la primera crisis
petrolera mundial, en los años 70, que indujo a los gobiernos, principalmente
estadounidenses y brasileños a explorar fuentes alternativas de combustibles, basadas
básicamente en la producción de etanol. Durante esa década, científicos estadounidenses
concibieron diferentes procesos de transformación de insumos en bioetanol. Pero el intento
fue abandonado en 1996, cuando los bajos precios del hidrocarburo pusieron fin a los
incentivos para investigar en combustibles orgánicos (Birur, Thomas & Wallance, 2007;
Hertel & Heckman 2010).
Los recientes altos precios del petróleo, la inestabilidad y riesgo en las fuentes de
generación de energías así como la creciente preocupación por reducción de emisiones de
GEI en comparación a los combustibles convencionales y sus impactos positivos sobre el
desarrollo de las regiones, han llevado al replanteamiento sobre las fuentes alternativas de
producción de combustibles que generen un mejor beneficio económico, social y ambiental
entre las naciones (Bourgeon & Treguer, 2010).
Los beneficios asociados a los biocombustibles se han visto reflejados en un creciente
número de países introduciendo políticas para incrementar la proporción de los
biocombustibles dentro de su matriz energética. Sin embargo, el abastecimiento de esta
mayor demanda mundial requiere importantes y rápidos incrementos de producción a
precios competitivos.
La experiencia de Brasil, como principal productor de biocombustibles a nivel mundial,
muestra que los éstos pueden promover el desarrollo rural y ofrecer oportunidades de
producción y exportación para México. Además hay que agregarle la ventaja de reducción
de gases emisiones de GEI (GEI), sus beneficios en los vehículos, entre otros (Davis C.,
Parton J., & Keough, 2011).
En México, el desarrollo de la industria de biocombustibles en México busca fomentar la
seguridad energética al diversificar las fuentes de energía sin poner en riesgo la seguridad
alimentaria del país, toma en cuenta el desarrollo rural y el impacto ambiental. Todo este
desarrollo de procesos biotecnológicos para la producción de biocombustibles está
sustentado en el Plan Nacional de Desarrollo 2007- 2012 y en la Ley de promoción y
Desarrollo de los Bioenergéticos (Montiel, 2010).
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