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1. INTRODUCCIÓN<br />

Uno de los conceptos que actualmente se ha introducido a la gran mayoría de las ramas del<br />

conocimiento es el de “sustentabilidad”. En términos generales con este concepto se hace<br />

referencia a la búsqueda de un nuevo paradigma para la humanidad, en donde el principio<br />

básico es una relación más estable y armónica entre la sociedad y el entorno natural que le<br />

rodea. Esto implica la necesidad de conjugar intereses sociales, culturales, económicos y<br />

ambientales a fin de permitir la continuidad de las próximas generaciones.<br />

Los campesinos del Valle de Tarímbaro perseveran en la producción de sus cultivos, pero<br />

cada vez invierten menos tiempo y recursos a la agricultura. Ahora la unidad productiva<br />

está definida por una importante diversificación de alimentos, combinando en las parcelas<br />

el maíz, frijol, y principalmente la producción de hortalizas frescas (pepino, acelgas, chile,<br />

repollos, brócoli, cebolla, jitomate, rábano y apio,) que requieren de insumos y fertilizantes<br />

bastante caros, y únicamente aquellos agricultores que obtienen rentabilidad por sus<br />

cultivos tienen la capacidad financiera de seguir produciendo de manera competitiva.<br />

(Solís, 2010)<br />

Para la agricultura, lo anterior significa elevar y mantener por un tiempo prolongado la<br />

productividad de los sistemas, pero teniendo presentes las limitaciones y potencialidades<br />

sociales, económicas y de los recursos naturales del entorno. Para las ciencias<br />

agropecuarias conjuntar estos intereses plantea un gran reto, ya que es necesario integrar<br />

áreas del conocimiento de diferentes disciplinas y una reformulación de los objetos de<br />

estudio, a fin de estar en posibilidad de evaluar de forma holística a los sistemas de<br />

producción, donde no sólo sea de interés explicar cómo funciona un sistema y los efectos<br />

de la adopción o no de la tecnología, sino entender y explicar cómo interactúan las<br />

dimensiones sociales, económicas y ambientales para permitir la operación y desarrollo del<br />

sistema de producción.<br />

Ante ello, es constante la afirmación de que se requieren de marcos de análisis más<br />

amplios, nuevos enfoques de investigación, conceptos y herramientas metodológicas que<br />

permitan una mayor incorporación de los elementos biofísicos y socioeconómicos, a fin de<br />

poder establecer con mayor precisión las posibilidades y restricciones de los sistemas de<br />

producción.<br />

Esto lleva a la necesidad de desarrollar métodos prácticos para la evaluación de la<br />

Sustentabilidad, que conduzcan a establecer de una manera más objetiva la situación y las<br />

posibilidades de las actividades productivas .<br />

El problema más serio para quienes evalúan sustentabilidad, es una indefinición de criterios<br />

de calificación.<br />

Por otra parte, la mayoría de los trabajos dedicados a realizar evaluación de sustentabilidad<br />

en la agricultura, parten de la identificación de las formas de producción más adecuadas, de<br />

acuerdo a criterios técnicos y ecológicos. En particular, se destacan los sistemas<br />

agroforestales, las granjas integrales, los sistemas mixtos de agricultura y ganadería, los<br />

sistemas de bajo consumo de insumos, y los sistemas campesinos ó tradicionales, entre<br />

otros. Para el caso específico de los sistemas campesinos, se afirma que éstos ofrecen una<br />

serie de ventajas relacionadas con la conservación de los recursos naturales, así como la<br />

versatilidad para adaptarse a condiciones adversas, a fin de darle mayor viabilidad y<br />

eficiencia a sus sistemas. (Solís, 2010)<br />

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