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de las distintas teorías administrativas y, una vez aplicada a las mismas, es capaz de
revolucionar “profundamente los antiguos modelos que se tenían”. 35
De acuerdo con nuestros autores, ha sido “el cambio dinámico y no la evolución” lo que ha
transformado a la ciencia administrativa. Ese dinamismo también ha influenciado
profundamente la acción de las empresas, que han debido crear nuevos modelos, tanto
administrativos como de comprensión de la realidad, para responder a las variantes
inusitadas de los últimos años en las sociedades humanas. Ello supone un cambio sustancial
en la teoría administrativa, pues ha pasado de obviar la ‘irregularidad’ a adaptarse a ella, e
incluso, a tratar de intervenirla para “mantener la estabilidad en el desequilibrio”.
No obstante a dichos cambios paradigmáticos, la nueva teoría, tendiente a la apertura,
interacción y adaptabilidad de las organizaciones como sistemas, que son a su vez,
observadas como parte de sistemas generales, todavía no termina de configurarse, ya que
“la noción de sistemas está asociada a un nuevo modelo de ciencia” todavía inacabado. 36
Autores como Edgar Morin 37 advierten la necesidad de ampliar las distintas teorías,
conformándolas en una Teoría General de la Organización, que rebase el pragmatismo de
los esquemas teóricos y metodológicos propuestos hasta ahora en función de la actividad de
las empresas. A ello, habría que agregar un planteamiento más depurado del ser humano –
actor esencial en la teoría administrativa, sea como trabajador, cliente o productor-, ya visto
antes, en las teorías con sistemas abiertos, como un ser complejo e incluso integral.
Por ahora, el mayor aporte de los sistemas abiertos inscritos en una incipiente Teoría
General de la Administración está, precisamente y como se ha dicho ya, en la observación
del entorno como un factor determinante para la aplicación de los modelos de organización.
Ello es especialmente visible en la Teoría de la contingencia, la cual enfatiza “la variable
ambiente”, 38 al modificar la relación recíproca entre éste y la organización, de forma que la
misma “se vuelca del interior al exterior, donde, sólo a partir de las demandas ambientales,
la organización debe responder y modificarse para adaptarse, dependiendo de la estrategia
de sobrevivencia que ésta determine”.
Dicha teoría destaca, entonces, que las características del ambiente o entorno son “las que
condicionan las características organizacionales y que es en el ambiente donde pueden
hallarse las explicaciones causales de éstas últimas”. 39 También plantea que la
organización, como su administración, forma parte y es dependiente de un sistema
integrado por subsistemas “y enmarcado dentro de límites identificables con la relación a su
suprasistema ambiental”. En ese sentido, señalan nuestros autores, “no existe una manera
única y mejor (The Best Way) de organizar”.
Tal enunciado plantea una nueva posibilidad de apertura, en términos de no rigidez, a la
ciencia administrativa, que de esta forma estaría posibilitada a variar sus teorías y métodos
organizacionales, en función de lo que la estructura externa le presente, ya como
necesidades sociales o retos a desarrollar para el mejoramiento de las empresas. Sobre esas
líneas, ya Burns y Stalker habían encontrado una diversidad de métodos y procedimientos
administrativos, con base en la cual “clasificaron a las empresas como mecanicistas y
orgánicas; éstas últimas… se adaptan a condiciones inestables cuando surgen problemas y
35 Op. cit., p. 10.
36 Op. cit., p. 15.
37 Morin, 1994.
38 Mora Fausto y Aguilar Aguilar, p. 36.
39 Op. cit., p. 54.
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