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eestructuración industrial que se ha traducido en un descenso de la actividad, una creciente
mortalidad de empresas (particularmente pymes) y en un aumento generalizado del
desempleo. Para el caso español, destaca el descenso brusco de la actividad económica en
el sector de la construcción. La ausencia de crédito por parte de los bancos a constructoras,
promotores, etc., junto a la constricción de la población a comprar inmuebles (en parte
también por las dificultades que bancos y cajas están dando a la hora de conceder
hipotecas), ha provocado un importante freno a la actividad constructora española, lo que
ha generado unos importantes niveles de desempleo. Cabe recordar que España es el Estado
europeo con mayor nivel de desempleo. Según datos de Eurostat, la tasa de desempleo de
los miembros de la UE-27 ha pasado de un 7,2% en 2007 a un 9,7% en 2011. Para el caso
español, se ha pasado de un 8,3% en 2007 a un 21,7% en 2011.
Recordar la crisis y, sobre todo, las consecuencias que está teniendo en la economía real
(en contraposición con la economía financiera o aquella que no genera directamente
actividad económica) es necesario para poder entender qué efectos puede tener dicha crisis
en las políticas de desarrollo local, sobre todo a la hora de potenciar la creación de
actividad y empleo a nivel local.
Algunos autores refuerzan el discurso de las oportunidades del desarrollo local frente a
la crisis económica actual (Vázquez Barquero, 2009). Es una línea argumental bastante
interesante y compartida por diferentes estudiosos del desarrollo local, sobre todo en Italia
(Becattini et al., 2003; Trigilia, 2007). Esta perspectiva apunta a la importancia del
desarrollo local en tanto que sumidero de oportunidades desde el nivel local. Éste, como eje
de acción, permite una cierta autonomía (aquí no defendemos el localismo), a partir de la
potenciación de los recursos del territorios para poder generar economías de escala capaces
de, una, poder generar un nivel económico autoconsumido por el propio territorio y, dos,
poder competir en el mercado nacional e internacional. Una u otra versión dan lugar a
diferentes formas de desarrollo local. La primera aparece más ligada a la creación de
servicios que puedan ser consumidos por la población local (tales como servicios
culturales, de cuidado de personas, etc.) (Laville, 1992; Lipietz, 2001). La segunda versión
aparece más vinculada a la generación, activación y promoción de un tejido industrial de
pyme. Esta última versión se corresponde con el fenómeno de los distritos industriales.
No vamos a extendernos en la conceptualización del fenómeno distrital. Tan solo
apuntar que estos distritos han aparecido precisamente en época de crisis y se han
desarrollado, en muchos casos, a espaldas de cualquier tipo de apoyo político a nivel
nacional. Sin embargo, el desarrollo local, tal y como aquí lo entendemos, supone un
conjunto de políticas y/o estrategias que han acabado institucionalizándose y, por tanto, no
se pueden definir de otra manera más que dentro de su contexto institucional más amplio.
Esto es, el contexto comunitario y, más concretamente, la EEE.
3. EL DESARROLLO LOCAL DENTRO DE LA UNIÓN EUROPEA
3.1. LA DIMENSIÓN LOCAL DE LA ESTRATEGIA EUROPEA DE EMPLEO
La OCDE resulta el primer organismo internacional que apuesta por el desarrollo de
iniciativas económicas ligadas a lo local. Las Iniciativas Locales de Empleo (ILE) y los
programas de desarrollo rural, a través del programa LEDA (Local Employment
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