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Aunque la investigación sugiere que la autoevaluación puede llegar a ser un poderoso
estímulo para esforzarse en lograr los objetivos establecidos, ésta tendrá pocas
posibilidades de causar un efecto positivo en los logros si los conceptos erróneos de los
estudiantes sobre el proceso de autoevaluación no se corrigen. Tampoco lo tendrá el hecho
de exigir que los alumnos procedan a autoevaluarse. La autoevaluación es un proceso y los
estudiantes tienen que ser enseñados a evaluar su trabajo de forma precisa, por lo que
necesitan tiempo para desarrollar las habilidades adecuadas.
Resumiendo, los cuatro argumentos teóricos que dan sustento a la hipótesis de que un
sistema de evaluación que incorpora la autoevaluación aumenta el nivel de logro de los
estudiantes son: a) la autoevaluación centra la atención de los alumnos en los objetivos a
medir; b) este tipo de evaluación proporciona información que el profesor no puede obtener
de otra forma; c) los estudiantes prestan más atención a la evaluación; y d) se fortalece la
motivación del alumno.
Por otro lado, los alumnos perciben la autoevaluación de una forma más positiva que
otros tipos de evaluación. Dobrow, Smith y Posner (2011) realizaron un estudio para medir
el nivel interés de alumnos de maestría en administración en dos universidades
estadounidenses (MBA), el cual se incrementó debido a que los estudiantes tuvieron la
oportunidad de decidir el valor asignado a tres componentes de la calificación del curso, lo
que condujo a mayores niveles de dos tipos de interés: 1) despertó el interés situacional,
medido como la satisfacción de los alumnos hacia el curso; y 2) mantuvo el interés
situacional, manifestado en tomar otro curso del miso tema en el futuro. Esto resulta de
particular relevancia ya que despertar el interés de los alumnos es un antecedente
importante del aprendizaje, pero de acuerdo a este estudio resulta una tarea que plantea un
gran reto en cursos de administración y diseño organizacional. En este estudio, se
argumenta que se incrementa el interés en la clase porque la oportunidad de decidir da a
los alumnos un cierto control sobre qué y cómo estudiar. Los autores concluyen que esta
“intervención de decisión” probó ser una herramienta pedagógica que influye fuertemente
en despertar y mantener el interés del grupo, sobre todo cuando una de las competencias
clave a desarrollar en los alumnos de las escuelas de negocios es la capacidad de tomar
decisiones.
Esto es consistente con Ross y colaboradores (1998), quienes encontraron que a los
estudiantes les gusta la autoevaluación porque: 1) incrementa la claridad de las
expectativas (objetivos claros); 2) es más justa; y 3) les proporciona retroalimentación que
puede ser utilizada para mejorar la calidad de su trabajo. Es por ello que los portafolios de
aprendizaje son una herramienta adecuada para este fin, ya que incluyen formas de
autoevaluación, como un listado de conceptos que se relaciona con el logro de los objetivos
de aprendizaje. Otra forma en que el alumno puede evaluar su propio desempeño es a través
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